La Fiscalía archivó en 2005 el escándalo de los zombis de Imelsa que ahora investiga la UCO

Per seu interés, i a demanda popular, reproduïn aquests articles publicats diumenge 21 de febrer en el LEVANTE-EMV:

Marcos Benavent, el <em>hippyjo</em> arrepentit que ha destapat la corrupció en Imelsa... per segona vegada. Primer fou <strong>Intersindical Valenciana</strong>
Marcos Benavent, el hippyjo arrepentit que ha destapat la corrupció en Imelsa... per segona vegada. Primer fou Intersindical Valenciana
26 / 02 / 2016 | Intersindical

Cincuenta y cuatro empleados, incluidos asesores de PP, PSPV, EU y UV, cobraban de la empresa pública y tenían su puesto en la UNED, Delegación de Gobierno o ayuntamientos - Intersindical presentó la denuncia en balde - Un sobrino de Zaplana, entre los enchufados

21.02.2016 | 10:01 FRANCESC ARABÍ | VALENCIA El nombre de Imelsa se ha asociado a la corrupción por obra y gracia de Marcos Benavent y de Alfonso Rus. El saqueo de la empresa a partir de un entramado de firmas controladas por Benavent, el amaño de adjudicaciones y la compra de funcionarios, técnicos externos y políticos para facilitar las mordidas (caso de los arquitectos del plan del césped) conforman el negro panorama judicial de la empresa. Hay otros. La UCO de la Guardia Civil está investigando una presunta prevaricación y malversación de fondos públicos en relación con los enchufados y zombis „cobraban si ir a trabajar„ incluidos aquellos asesores que ejercían en los partidos políticos. La situación presuntamente ilegal de una parte de la plantilla no es nueva. La novedad reside en la sobrevenida capacidad de ruborizarse de los partidos y en el esfuerzo investigador de la Justicia.
En enero de 2005 „hace casi 11 años„ este diario informó de la situación absolutamente irregular en la que se encontraban exactamente 54 colocados por los partidos y buena parte de los sindicatos. No todos. El dirigente de STA-Intersindical Valenciana Enrique Rodríguez presentó una denuncia por malversación de fondos y delito contable. En esencia se ponía de relieve que recursos que debían destinarse a las brigadas forestales y a los fines de la empresa, se estaban detrayendo para pagar nóminas de quienes estaban en otros destinos.
La Fiscalía del TSJ valenciano decidió el archivo en julio. El entonces fiscal jefe, Ricard Cabedo, firmó el carpetazo al escándalo «por no estimarse los hechos denunciados constitutivos de infracción penal». La fiscal María Teresa Lorente llevó las diligencias previas. «No existen indicios de que personal cuyo salario se paga con fondos de la compañía Imelsa no esté prestando sus servicios para la misma, pues se ha aportado certificación de la Secretaría General de la diputación en la que se acredita que todos los trabajadores a que hizo referencia la denuncia están contratados por la compañía Imelsa, mediante informe en el que se detalla su categoría y su puesto de trabajo», argumentó la fiscal.
Efectivamente, todos cobraban de Imelsa. El problema es que no trabajaban en Imelsa. Ni el entonces presidente de la diputación, Fernando Giner, ni el diputado de empresas públicas, Enrique Esteve, ni el gerente de la empresa, Rafael Soler, decidieron regularizar la situación anómala. Tampoco los sindicatos UGT, CSI·F y CC OO. La empresa expedientó incluso al sindicato denunciante de las anomalías y el enchufismo.
La relación de trabajadores en situación irregular comprendía una docena de alcaldes y concejales del PP, asesores políticos de todos los partidos con representación provincial en aquellos momentos (PP, PSPV, EU y UV), paisanos de Vallada „el pueblo del presidente provincial Giner„, amigos y familiares de políticos destacados como el expresidente Eduardo Zaplana. Un sobrino de éste, Hugo Valverde Zaplana, fue enchufado por su tío, tenía su destino como «coordinador» de la Institució Alfons el Magnànim. Entró el 4 de julio de 2003. La nómina del hijo de Rosa Zaplana y Justo Valverde „colocado en Terra Mítica como jefe de compras y que pagó facturas falsas„ superaba los 3.000 euros al mes, unos 44.000 anuales.
Hace trece años. Más de lo que cobraba entonces un director general de la Generalitat. El exconcejal Vicente Aleixandre también tenía familiares colocados en la empresa pública. La mayoría de los zombis y desplazados „casi todos enchufados„ de aquella relación tenían su puesto real en los servicios generales de la diputación. Entre ellos asesores de los cuatro grupos representados.
Pero no todos. Trece cobraban de Imelsa pero trabajaban para el MuVim. También figuraba una empleada de la UNED, otra en la Delegación del Gobierno y sendas en los ayuntamientos de l'Eliana y La Puebla de San Miguel.
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La «imelsización» de la política
21.02.2016 | 10:01
La ley de la «omertà», silencio por pesebre y cuota de inversión local, ha impedido poner en orden Imelsa
FRANCESC ARABÍ
En política y en la vida puede saltar la sorpresa detrás de cualquier esquina. No es frecuente. Hay un orden natural, pero va por barrios. En la diputación, por ejemplo, lo natural estos años ha sido el triple salto mortal con tirabuzón invertido. Esto es, el consenso. Mientras en otros distritos primaba la crispación y la música de percusión, en el Palau de la Batlia la banda sonora siempre ha sido de flauta dulce con ovejitas pastando.
Con alguna excepción de heavy metal. Por allí se llegó a ver hace años una manifestación de alcaldes socialistas para reivindicar la cuota de inversión para sus municipios proporcional a los resultados electorales. Las inversiones, como las colocaciones en Imelsa, han ido siempre por cuotas. El PP enchufó a docenas y la izquierda aceptó migajas. Y cuando en 2005 se publicó aquí el escándalo de los 54 irregulares de Imelsa, todos lucieron consenso institucional. Fernando Giner, Rafael Soler, Enrique Esteve, populares, socialistas, Esquerra Unida, Unión Valenciana, UGT, CSI·F y CC OO exhibieron «omertà», presiones y alguna querella contra el sindicalista que presentó la denuncia. Al que se acusó, lo mismo que a este periodista, de haber vulnerado la ley de protección de datos. Una iniciativa legal que no prosperó.
Mientras el gobierno provincial del Partido Popular se dedicó a atacar y expedientar la izquierda calló. Nadie aprovechó el envite para regularizar una situación laboral anómala „la de quienes cobran de Imelsa y trabajan en la diputación o sus organismos„ o para despedir a los enchufados.
La vida en la diputación siguió su curso con cadencia pastoril como un manso riachuelo mientras el pesebre de Imelsa siguió aportando fibra a los aparatos de los partidos. Once años después, la UCO de la Guardia Civil investiga los enchufes, el destino de los asesores de los consejeros „Rosa Pérez (EU) aclaró ayer que el único adscrito a ella ejercía sus funciones„ y los zombis.
La investigación en marcha, que ha motivado la citación con asistencia letrada „como investigados„ de diputados y exdiputados de la izquierda no tendrá, salvo sorpresa, gran recorrido judicial. En un asunto bajo secreto de sumario, la decisión crucial que deberán tomar los citados es si se avienen a contestar las preguntas o si ejercen su derecho de guardar silencio. La prudencia y la estrategia procesal quizás aconseje lo primero; la política dicta lo segundo. La visita al cuartel de la Guardia Civil de Patraix supone un segundo escarmiento que quizás sirva para poner totalmente en orden la plantilla de Imelsa. O puede que no.